Si hay una palabra que me acompaña es ésta, quizás porque sea mi elemento predominante en la constitución Ayurvédica; la idea, lo etéreo. Lo cierto es que mi práctica de yoga es una búsqueda de espacios internos y externos. Un espacio de reencuentro conmigo, con mi cuerpo, con mis ideas, mis creencias, mi respiración…
Comenzaré por el espacio físico que ocupa mi mat, es algo que se enrolla y se desenrolla, puede ocupar más o menos, pero de pronto se convierte en mi alfombra mágica; en esos 2m cuadrados que le pertenecen durante un ratito a mi cuerpo, a mi ser. Es ese espacio que llevo conmigo a mis clases, mis viajes y aventuras.
El ritual comienza desenrollando este espacio; desenrollándome y deslizándome en éste. Del espacio físico viajo poco a poco a aquellos espacios más internos de mi cuerpo. La ingeniería de telecomunicación entre ambos se hace a través del espacio de respiración. Y digo espacio; porque además de proceso en si mismo; a través de ese aire que inhalo y exhalo, descubro espacios internos que se expanden y contraen, que se sueltan; se tensionan, se vacían, se llenan… Tomamos conciencia del espacio cuando es habitado, con el movimiento.
La respiración de pronto hace uno mi ser fuera y mi sentirme dentro.
La respiración es esa manivela que da lugar a otros procesos.
Comenzando por ese flujo de sangre que inunda, calienta y regenera mis articulaciones y músculos; esa capacidad de expansión y conexión de mis pulmones, costillas, vértebras…
De pronto mi columna empieza a ganar espacio a la gravedad, y crece hacia arriba y hacia los costados. Se coordina de manera única con cada una de las partes de mi cuerpo que se mueven al unísono del paisaje del día, de ese panorama interno bañado por el oxígeno más o menos denso de fuera.
En este espacio físico y temporal, de pronto, me sumerjo en aquellos espacios internos; allá donde no existe tiempo ni espacio; solo el momento presente. Ese espacio en el que me fundo con mi respiración, en el que siento todo y nada de lo que está sucediendo en mi cuerpo, ese espacio de conciencia de saberme una; única y diferente, a la vez que puedo verme en cada una de las personas que comparten práctica conmigo. Es ese espacio en el que simplemente soy y me dejo ser.