Tendría 12 años cuando me encontre con una mujer al otro lado del mostrador; todo lo que yo veía eran sus largas uñas esmaltadas en rojo y no podía sino soñar con el día en el que «fuese mayor» para poder ser toda una mujer como ella; sensual, segura y enfundada en mi falda de tubo y tacones de 10cm para ir a la oficina… Eso era entonces.
Por mucho tiempo confundi la sensualidad con la sexualidad, el ser mujer con ser una bomba objeto de deseo.
Han pasado más de 20 años de ese momento, y aunque de vez en cuando me encante esmaltarme las uñas , lo cierto es que termine cambiando los tacones de 10cm por pies descalzos; las faldas de tubo por unas mallas confortables; y la oficina por un mat ligero que transportar de clase en clase, de viaje en viaje. Cambié el pelo perfectamente arreglado por un moño que durante la semana solo es deshecho para volver a encajar esos pelitos que se escapan entre sirsasana y la almohada.
Podría pensarse que he dejado de ser una mujer sensual, o desde luego mi niña de 12 años jamás se fijaría en mi como el modelo de mujer que creía tener entonces, ese que era todo lo contrario a mi madre que no daba importancia a las apariencias y la que me contaba que el confort de sus jeans ganaba a la estilización de grandes tacones.
A mis 33 años he descubierto la diferencia entre ser mujer sensual, mujer sexual y la bomba de objeto de deseo! En el taller que realizamos en febrero acerca de feminidad, sensualidad e intimidad; surgió mucho la confusión y la duda de ser mujeres sensuales. Las participantes de las que admiro su sinceridad, valentía y coraje compartían su dificultad para mostrarse «sensuales» que yo escuchaba como la dificultad de mostrar sus deseos, de contarse deseantes, de habitar este cuerpito que Dios les había dado. Escuchaba esa confusión entre la mujer sensual y la mujer deseada; pues por mucho tiempo se ha confundido la sensualidad con sexualidad y la sexualidad con la erótica.
Mi sensualidad no depende de ningún hombre o mujer que la mire, no depende de nada más que mis sensaciones. La sensualidad habla de sentidos, de sensar, sensarSE! Es en la medida que conectamos con los sentidos que somos capaces de excitarnos por la vida; y no hablo de esa excitación erótica, sino de esa curiosa, esa exploradora, esa gozosa…
Regresar a la sensualidad propia, apropiarnos de nuestros sentidos y nuestra curiosidad es re-apoderarse de nuestra capacidad de deseo. En la medida que me dejo sentir puedo discriminar lo que me gusta, y así buscar texturas, sabores, olores, presiones, sonidos…
Para mí la sensualidad es agradecer la corriente de agua que me regala la ducha cada mañana, es moverme despacito para que las gotas recorran mi cuerpo. Es sensual ese primer trago de agua que invade mi boca un tanto seca después de una noche de ensueño. Disfruto de el sabor de ese cafe que es como una injección de vida como la inhalación después de un buen orgasmo.
Me encanta disfrutar de la sensualidad de cambiar mi ropa interior de algodón diaria por la de seda en una noche especial, o evitarla y disfrutar de una clase de yoga con la textura de mis mallas abrazándome toda.
Degusto del sol posándose en mi cara después de un día gris, en mi cuerpo después del largo invierno, en mis recovecos cuando me tumbo en la playa.
Es sensual probar nuevos sabores gastronómicos o volver a probar esos besos que tanto añoras cuando llevas unos días, semanas o meses sin sentirlos.
Es enormemente sensitivo un masaje de ese aceite caliente que hace que mi cuerpo se extremezca, del mismo modo que la presión alternante de unas manos que mecen mi cuerpo, y a veces mi corazón y mi alma. A veces son las mías echándome un rico aceite tras la ducha.
Es sensual escuchar esa canción que te pone los pelos de punta, y aun más si lo hago con una copa de vino que cruza mi garganta a medida que las notas invaden mis oídos y hacen bailar a mis neuronas.
Sensual es moverme despacito al son de esa misma canción, al son de tu respiración, o de la mía, de las nuestras…
La sensualidad es la vida misma, esa que nos rodea y esa que habitamos; en la medida que reconectamos con ella, nos dejamos excitar y sorprender por sus tonalidades…Bajar el volumen de nuestros pensamientos, nuestros juicios, vergüenzas y culpas y subir la sensibilidad a la vida y nuestros sentidos de la percepción.
Abre los ojos, los oídos, tus papilas gustativas, tu nariz; abre tu piel, tus manos, tu corazón.
éste es el propósito de las nuevas sesiones de SENSUAL HEALING, despertar nuestros sentidos, nuestras sensaciones, despertar la vida que reside en nosotrxs.
Me encantará sensar contigo! Nos vemos el próximo 16 de septiembre. Puedes apuntarte AQUI